Dios está con nosotros
Dios está con nosotros. No pertenece a una religión u otra. No es
propiedad de los cristianos. Tampoco de los buenos. Es de todos sus
hijos e hijas. Está con los que lo invocan y con los que lo ignoran,
pues habita en todo corazón humano, acompañando a cada uno en sus gozos y
sus penas. Nadie vive sin su bendición.
Dios está con nosotros.
No escuchamos su voz. No vemos su rostro. Su presencia humilde y
discreta, cercana e íntima, nos puede pasar inadvertida. Si no ahondamos
en nuestro corazón, nos parecerá que caminamos solos por la vida.
Dios está con nosotros. No grita. No fuerza a nadie. Respeta siempre.
Es nuestro mejor amigo. Nos atrae hacia lo bueno, lo hermoso, lo justo.
En Él podemos encontrar luz humilde y fuerza vigorosa para enfrentarnos a
la dureza de la vida y al misterio de la muerte.
Dios está con
nosotros. Cuando nadie nos comprende, Él nos acoge. En momentos de dolor
y depresión, nos consuela. En la debilidad y la impotencia nos
sostiene. Siempre nos está invitando a amar la vida, a cuidarla y
hacerla siempre mejor.
Dios está con nosotros. Despierta nuestra
responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad. Fortalece nuestro
espíritu para no terminar esclavos de cualquier ídolo. Está con nosotros
salvando lo que nosotros podemos echar a perder.
Dios está con
nosotros. Está en la vida y estará en la muerte. Nos acompaña cada día y
nos acogerá en la hora final. También entonces estará abrazando a cada
hijo o hija, rescatándonos para la vida eterna.
Dios está con nosotros. Esta fe sostiene nuestra esperanza y pone alegría en nuestras vidas.
Por José Antonio Pagola, publicado en Fe Adulta
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