Conviértete en una nueva creación

Estoy seguro de que a veces la gente se pregunta: "¿Por qué hago esto?" Porque, después de todo, se han preparado durante un largo período de tiempo, se han vestido con sus trajes de confirmación y todo el mundo está aquí para celebrarlo con ellos y entonces por qué tengo que hacerles la pregunta: "¿Quieres confirmarte?" Bueno, he aquí la razón que doy, que es importante especialmente para los candidatos a la confirmación, pero también para todos nosotros que así podemos recordar nuestra propia confirmación y lo que significa la misma.

Cuando respondes: "Sí, quiero confirmarme", ¿a qué estás diciendo que sí? Puedes pensar: "Bueno, es una ceremonia, tendremos un ritual y se terminará en 45 minutos o así. Entonces nos marchamos y punto." Pero no es eso, ¿no? Cuando dices "Quiero ser confirmado" en realidad estás diciendo sí, no a un ritual, sino a Jesús. Estás diciendo "Quiero seguir a Jesús. Quiero ser su discípulo como aquellos primeros discípulos que lo dejaron todo y le siguieron".

Eso es lo que estás diciendo: "Quiero seguir a Jesús". Eso significa que te comprometes a vivir de una cierta manera porque Jesús nos enseñó valores que eran muy especiales para Él -muy importantes para hacernos las mejores personas que podemos llegar a ser-. "Quiero vivir según Sus enseñanzas y Sus valores". Esto significa algo muy importante para todos nosotros. Significa que tenemos que tomarnos muy en serio el intentar escuchar la Palabra de Dios -cuando Jesús nos habla- y ver como actuamos para seguir su ejemplo.

Eso es lo que significa seguir a Jesús, comenzar a aceptar Sus valores y a vivir según Su camino. Si
escuchamos a las lecturas hoy, pero no solo hoy, encontramos lo que significa seguir a Jesús. Recordemos, por ejemplo, el encuentro de Jesús resucitado con dos discípulos que se dirigían camino de Emaus.

Tienes que comprender el contexto: dos discípulos habían estado caminando desde Jerusalén hasta un pueblo que se llamaba Emaus. Estaban muy desanimados. Tal vez recuerdes este episodio porque es bastante conocido. Mientras estaban caminando, alguien llega y se pone a andar con ellos. Comienzan a hablar sobre lo que había pasado unos días antes en Jerusalén. El recién llegado no parece saber nada al respecto y ellos le preguntan "¿No has oído hablar de Jesús?".

Entonces esta persona les comienza a enseñar sobre las escrituras. Están cerca de terminar su trayecto y llegar al destino, esta persona (Jesús), parece que se va a marchar. Entonces le dicen "Quédate a cenar" y así lo hace. Luego regresan a Jerusalén, donde el resto de los discípulos todavía tienen miedo, están escondidos. Les dicen: "¡Mirad lo que nos ha ocurrido!" "Estábamos caminando y Jesús se nos unió. Le reconocimos al partir el pan". Así es como le reconocieron, al partir el pan.

Están hablando de la Eucaristía. La mayor parte del tiempo, hablamos de la Eucaristía diciendo que Jesús está en el pan, que Jesús está en el vino, pero ellos decían "al partir el pan". Así es como los primeros cristianos hablaban de la Eucaristía, de lo que celebramos en misa -la partición del pan-, porque, para ellos, tal era el verdadero mensaje de la Eucaristía, lo que Jesús dijo en la Última Cena partiendo el pan: "Este es mi Cuerpo, dado por vosotros, roto por vosotros". Jesús estaba listo para darse plenamente por todos nosotros. Su cuerpo roto en el sufrimiento y en la Cruz. Es su regalo de amor para todos nosotros. Así es como le reconocieron -al partir el pan-. Esto nos dice lo que tiene que ocurrir en nuestras vidas.

Tenemos que ser como Jesús, dispuestos a darnos por los demás. San Pablo escribió sobre Jesús a la iglesia de los Filipenses. Les dijo: "Jesús, aunque era Dios, no vio en su divinidad algo a lo que aferrarse, sino que se vació de sí mismo y se hizo hombre, hasta el punto de convertirse en esclavo por todos". Se dio a sí mismo a la muerte, a una ignominiosa muerte en la cruz. Eso es lo que Jesús hizo por nosotros. Se dio a sí mismo, por lo que la partición del pan es signo de cómo tenemos que comenzar a vivir nuestras vidas.

Entonces, tenemos que dejar morir algunos de nuestros malos hábitos y de nuestras tendencias a la ira, al egoísmo, al cotilleo sobre los demás, o a cualquier otra mala cosa. Tenemos que comenzar a cambiar, a ser rotos, para ser como Jesús que se dio totalmente por los demás. Tras la muerte de Jesús, los discípulos tenían miedo. Jesús de repente, como a los discípulos de Emaus, se aparece en medio de ellos. La primera cosa que les dice es "Paz a vosotros". Él les da la paz.

Entonces Juan nos dice "Él exhaló sobre ellos". El único otro pasaje de la Escritura en el que se usa esta palabra es en el libro del Génesis cuando, en el relato de la Creación, se describe a Dios creando al ser humano a partir del polvo de la tierra, y entonces Dios exhaló su aliento sobre aquella criatura y le dio vida. El Espíritu de Dios comenzó a habitar en el ser humano y eso es la creación. Con la venida de Cristo Resucitado, hay una nueva creación.

Tienes que cambiar completamente,  ser transformado, convertirte en una nueva creación, ser diferente de lo que has sido antes. Cuando recibes el Espíritu Santo, si te abres de verdad, Dios te cambiará dramáticamente para que te parezcas más a Jesús. ¿Qué es lo siguiente que les dice Jesús a sus discípulos aquella noche tras "Paz a vosotros" y exhalar su aliento? Les habla del perdón: "Lo que perdonéis, quedará perdonado; lo que retengáis, quedará retenido". Quiere que reconciliemos a las personas como Él lo hizo, que estemos listos para perdonar como Él nos perdona siempre. Tenemos que comenzar a perdonarnos los unos a los otros.

No siempre es fácil, ¿verdad? Perdonar y dar el primer paso si hay algún tipo de problema en nuestros"Lo siento. Reconciliémonos. Unámonos de nuevo." Puede ocurrir en nuestras familias, en nuestro barrio, en cualquier ámbito o lugar, pero tenemos que ser ese tipo de persona. Eso es lo que significa comenzar a seguir a Jesús. San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, describe como la primera comunidad de los discípulos de Jesús comprendía la transformación que tenían que hacer y comenzaban a hacerla. Tal vez no lo recuerdes, pero es un relato extraordinario.
vínculos, ser el que va y dice

Lucas decía de la comunidad de Jerusalén que nadie entre ellos pasaba necesidad. Eran pobres, pero ninguno pasaba necesidad, ¿por qué? Porque compartían los unos con los otros. Compartían lo que tenían para que ninguno pasase necesidad. Detrás hay una comprensión muy profunda de los bienes de la tierra y de los bienes que tenemos, de todo lo material que hayamos acumulado. En puridad, no nos pertenecen. Esta es la verdad que Lucas explicita y que los discípulos comprendieron. Dios hizo el mundo para todos, no para unos pocos. Todos los bienes de la tierra fueron creados para que todos podamos desarrollar una vida plenamente humana y no para que unos pocos acumulen mucho para sí mismos. Tenemos que compartir porque no somos los dueños.

Dios dio el mundo a todos, no a unos pocos. Esta profunda verdad subyace en los valores de Jesús que estaba listo para darse completamente a los demás. Tenemos que comenzar a desarrollar ese espíritu. Vivimos en una cultura que nos habla de "mi derecho a la riqueza privada -es mía, nadie me la puede quitar-." Si sigues a Jesús, comprenderás que en realidad no es tuya, es de Dios. Y lo que es de Dios, pertenece a todos.
Ciertamente esto no es fácil en la cultura en la que vivimos hoy.

Tenemos que comenzar a ser discípulos así. Imagina lo que sucedería si en cada comunidad de cristianos, discípulos de Jesús, realmente mirásemos a nuestro alrededor y dijésemos: "¿Cómo podemos compartir lo que tenemos para que nadie entre nosotros pase necesidad?" Eso sería ciertamente un milagro, pero eso es a lo que Dios nos llama, a hacer posible ese milagro. La primera comunidad cristiana lo hizo. No lo hizo perfectamente ni duró mucho. Tuvieron sus problemas y sus errores, también, pero al menos ese fue su espíritu: compartir lo que tenemos para que ninguno pase necesidad. Nuestro mundo podría cambiar rápidamente si comenzando en nuestra comunidad local, ese espíritu se extendiese a comunidades más amplias y finalmente a la entera humanidad, si realmente captamos el mensaje de Jesús.

Al celebrar el sacramento de la confirmación, el Espíritu Santo llega a esta iglesia de una forma muy poderosa  si nos abrimos de verdad a su acción, especialmente estos jóvenes que están siendo confirmados, pero también el resto de nosotros, porque el Espíritu de Dios nos está llegando continuamente si lo aceptamos. Al continuar con el sacramento de la confirmación, espero que todos nosotros, especialmente los jóvenes candidatos, pero todos nosotros, recemos para que nuestros corazones estén abiertos para ser invadidos por el Espíritu de Jesús y que, al abandonar la Iglesia hoy, seamos transformados, al menos que vayamos un pasito más lejos en nuestra transformación, para convertirnos en auténticos discípulos de Jesús, que siguen Su camino.

Pronto regresaremos al mundo. Estemos listos para ser testigos del amor y la bondad de Jesús. El mensaje de Jesús ahora comenzará a expandirse incluso más, porque todos nosotros nos abrimos Su Espíritu y al marcharnos del templo seremos testigos de Jesús por el resto de nuestras vidas.

Por Thomas Gumbleton, traducido del National Catholic Reporter

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