Desembarcar, llegar, bajar, acercarnos

<<…Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció... >> (Mc 6,33)
Ya se sabe que, actualmente, vivimos (padecemos muchas veces) una saturación de imágenes y estímulos visuales tal, que parece que nuestra atención se ha deteriorado. Vemos fugazmente. Tal es la velocidad con que cambian las imágenes (zapping cultural) que parece que vemos sin pensar, sin preguntarnos sobre lo que estamos mirando y la gravedad o el significado de lo que nuestra mirada está percibiendo. Nos limitamos a mirar, de una escena a otra, de una luz a otra, de una imagen a otra.
Parece difícil reaccionar ante tal cúmulo de estímulos. La información está en imparable actualización. Las redes sociales, la publicidad, las fotos, las portadas, los titulares, las escenas se mueven vertiginosamente… Y no parece haber más remedio que aprender a mirar, sin ver en realidad… Hay a quienes nos dan ganas de decir de vez en cuando como Mafalda: ¡Paren que quiero bajar!
El riesgo es quedarme viéndome a mí (mis selfies), permitiendo que la capacidad de mirar más allá
de mí se entorpezca más y más. El riesgo es que mis mecanismos de defensa ante la realidad cobren más fuerza, y niegue, evada y reprima la indignación, la responsabilidad y, con ello, se debilite la compasión, esa actitud que incomoda y remueve las entrañas y mueve a ponerse en acción
En cambio, cuando pongo atención en cómo hace Jesús, y aprendo a desembarcar por un momento… Entonces consigo bajar un momento de acelerado ritmo de vida, y desciendo a lo profundo (donde, a decir de Luis Guitarra, «no hay nada que no sea sorprendente») entonces puedo poner más atención en lo que veo, en a quiénes veo y en cómo veo… Y algo sucede en mi mundo interno.
Cuando veo con más realismo, se trastorna de algún modo mi prejuicio y la fantasía, que constantemente distrae mi atención con recuerdos, con expectativas o con espejismos, parece acallarse. Es como despertar y captar la realidad, esa realidad que se está moviendo y cambia y sorprende… Entonces puedo ver, de verdad, la verdad.
Como Iglesia, necesitamos ayudarnos a ejercitar el sacerdocio, corregir con caridad y claridad nuestro modo de mirar, liberarnos de la pasividad, de la mirada acrítica, caldo de cultivo de la estulticia y el violento egoísmo que se queda pasivo e indiferente ante la realidad… Ayudarnos a fomentar, a tiempo y destiempo, la compasión y la caridad.
Necesitamos desembarcar… Llegar… Bajar… Acercarnos… Saber estar….
Queremos aprender a ver… Captar… Reflexionar… Darnos cuentaSer conscientes…
Pedimos el don de la compasión... Sentir esa peculiar mezcla de dolor y ternura… Impregnar de misericordia la existencia… Salir al encuentro… Ser misericordiosos como Jesús…
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que irrumpa y se manifieste, aquí y ahora, la empatía, la vida y el amor.
Así sea
Por Rogelio Cárdenas,msps, publicado en Fe Adulta

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