Del dicho al hecho: diez propuestas ecológicas para la vida eclesial

1. Realizar una auditoria energética. Las entidades católicas de diferente tipo administran edificios que
tienen diferentes funciones litúrgicas, artísticas, catequéticas, educativas o sociales. Sería interesante realizar una auditoría energética para valorar los flujos de energía para establecer medidas de ahorro de consumo, mejoras del mantenimiento así como progresos de salubridad y seguridad.
Las medidas se pueden implementar progresivamente: así la instalación de leds de bajo consumo, la revisión de los cerramientos y de materiales aislantes. Incluso estudiar de forma aquilatada algunas medidas de autoabastecimiento energético dentro de las limitaciones legales y de inversión.
2. Una limpieza ecológica y recicladora. La mayoría de edificios y actividades exigen el mantenimiento de limpieza. Procurar que los las prácticas sean respetuosas con la naturaleza evitando productos tóxicos para las personas y el ambiente a la vez de manteniendo la desinfección y la limpieza adecuadas. En las iglesias se puede valorar el uso de velas no contaminantes así como su reciclaje. Del mismo modo acostumbrar al reciclaje de los residuos organizando los distintos espacios y recipientes. Estas prácticas tienen además una importante función educativa.
3. El mercado del intercambio. Se trata de abrir un espacio o un tablón de anuncios donde se puede intercambiar objetos que ya no nos son necesarios pero que, antes de tirarlos, los ofrecemos a otras
personas por si les pueden ser útiles. Se trata de i
ntercambiar bienes o conocimientos sin necesidad de utilizar dinero para hacer efectivo el intercambio. Esta práctica permite aprovechar libros y cuentos, música, ropa y complementos, juguetes, muebles, herramientas, bisutería, material informático, plantas, material de escritorio y tantas cosas. Además establece relaciones entre las personas que permiten vincular la utilidad con el ser.

4. El pequeño jardín. Algunos edificios pueden tener espacios de jardín e incluso para huertos. Potenciar el cuidado común haciendo servir las distintas habilidades y aprovechando sus frutos para la ornamentación o para la alimentación. Acercar la comunidad a la tierra en las celebraciones y en el cuidado es uno de los regalos que ofrecen estos espacios. Especialmente interesante puede ser habilitar algunos terrenos para huertos ecológicos cultivados en común.

5. La tienda de comercio justo. Instalar una tienda ocasional que promueva este comercio. Estos productos garantizan la calidad, los salarios dignos y no discriminatorios, la no explotación infantil, la identidad cultural y una relación cercana con los productores y con sus comunidades así como el respeto ecológico. La invitación pretende favorecer este tipo de comercio y establecimientos, especialmente los más próximos.

6. Formar un grupo sobre justicia, paz e integridad de la creación que vele por la presencia de la ecología integral en la catequesis, en la predicación y en la pastoral. La reflexión y la formación siempre anticipa la actuación. El que algún grupo mantenga la llama encendida en torno a las reflexiones y novedades ayuda a la conciencia de toda la comunidad. También la presencia en las catequesis del Dios trinitario como creador del mundo debe ser resaltada. Este grupo puede servir de enlace con otros grupos de acción social o ecologistas del entorno.

7. Orar y celebrar desde el cuidado de la creación. La espiritualidad del cuidado compasivo supone una práctica orante. Subrayar la riqueza litúrgica de la iglesia en este sentido: los salmos, la tradición monástica, los distintos símbolos pueden ser una ocasión de enriquecimiento interior. Este aspecto debe ser especialmente cuidado en las celebraciones sacramentales, en la liturgia orante y en los símbolos.

8. Establecer relaciones desde la acción social con entidades de sensibilidad ecológica. Las comunidades e instituciones de iglesia desde la acción social emprenden iniciativas de atención acompañamiento y protagonismo de las personas en dificultades especiales. Esto supone compartir esfuerzos con tantos otros a veces con motivaciones muy diversas. Así comunidades cristianas se hacen presentes en su entorno en vecindad en barrios y pueblos. La colaboración y las conexiones con grupos sociales y políticos en una de las claves para un cambio amplio de influencia global.

9. Formar parte de una cooperativa de consumo energético. Esta acción puede ayudar al consumo de energía verde o al menos facilitar transiciones hacia una energía realmente renovable. Este tipo de cooperativas además relaciona a las entidades de iglesia y en una forma de potenciar una economía de comunión abierta y sostenible.

10. Relacionar la economía con la banca ética. Promover algún fondo de las instituciones en la banca ética que asumen como criterios la transparencia, la participación en la economía real y no referida a mercados secundarios, la rentabilidad social desde la cooperación y el desarrollo y la sostenibilidad ecológica. A pesar de las limitaciones de falta de competitividad y difícil accesibilidad puede ser una opción a tener en cuenta como en algunos casos.

Por Peio Sánchez, publicado en Religión Digital

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