Venid a mí los que estéis cansados y agobiados, que Yo os aliviaré

Te presionas hasta el límite. Todo lo que haces, ¿por qué no ibas a querer incrementarlo? Sea un proyecto para el trabajo o la próxima reunión familiar, lo maximizas. Más esfuerzo, más emoción, números más grandes, proporciones épicas. Incluso las vacaciones son tiempos de maximización, de  experimentar todo lo posible mientras estás de viaje.

Este sistema te está funcionando. Te marcas objetivos y los alcanzas. Tienes una reputación de ser la clase de persona que hace lo que se propone. Otros conseguirán la mitad, tú el 150%. Generalmente consigues lo que buscas. Profundamente, eficientemente.

Pero últimamente estás notando algunos bajones en tu estilo de vida. Algunos días, te cuesta levantarte de la cama. Dudas si embarcarte en nuevos proyectos, sabiendo que si lo haces te implicarás en ellos hasta completarlos. Cada día, te preguntas: ¿Cuándo estará todo hecho? ¿No hay final a esta espiral de tareas?

¿Qué tal si puedes salir de este camino a ninguna parte? ¿Qué te parece si por fin puedes descansar de verdad?

Hay un Espíritu que te invita a ser amable contigo mismo. Hay una invitación a preocuparte por ti como lo haces por los demás. Hay una paz esperándote, cuando estés listo a repudiar la necesidad de ser el primero, el mejor, el más fuerte, el más rápido. ¿Es tiempo de abrazar otra forma de vida?

Podrías comenzar recibiendo la gracia que extiendes a los demás. Imagínate que eres un niño pequeño. ¿Cargarías a ese niño con tus preocupaciones?

A los ojos de Dios siempre serás ese niño: tierno, vulnerable, amado. Las cargas, cualquiera  que sean, que tienes te las estás imponiendo tú, Dios te aliviará. Su deseo es que tú florezcas y crezcas, no que quedes aplastado por la búsqueda de ser el mejor, lo que sea que eso signifique.

¿Deseas ser un niño?

Por Micah Bales


Comentarios

Entradas populares