El barrendero de Dios

Por José Manuel Vidal. Publicado en El Mundo (11.02.2013)

Llegó autodefiniéndose como el "humilde TRABAJADOR de la viña del Señor". Y con la misma humildad se va. Sin HACERruido, pero con un gesto histórico que abre un antes y un después en el pontificado de la Iglesia católica. Benedicto XVI se va con la cabeza BIEN alta por el deber cumplido. Tanto en lo doctrinal como en los disciplinar. Se va el Papa de lo esencial, el Papa que trató de armonizar la razón y la fe. Y se va el barrendero de Dios, tras limpiar la Iglesia de la lacra de la pederastia y de las manzanas podridas del clero. Y, tras intentar hacer lo mismo, en el ámbito financiero con el IOR, el BANCOdel Vaticano.
Si muy pocos lo veían COMO Papa, por su imagen de "cancerbero de Dios", martillo de teólogos herejes y guardián de la ortodoxia, muy pocos, o quizás nadie, podía prever un gesto revolucionario COMO el suyo. Es verdad que la renuncia papal como posibilidad se venía mascando DESDE hace unos años. Dicen que Pablo VI la tenía escrita, al igual que Juan Pablo II, pero ni uno ni otro la ACTIVARON.
Porque, además, el Papa, visto desde fuera y dada su edad (a punto de cumplir los 86 años) se conservaba muy bien. Con sus achaques, sobre todo de movilidad, pero adecuadamente PARA su edad. Y, sobre todo, con una mente absolutamente lúcida. La prueba más evidente la dio el pasado viernes en su visita al seminario mayor de Roma. La ceremonia duró unas dos HORAS y, en ella, el Papa pronunció una lección de teología de una hora "a braccio", como dicen los italianos, es decir sin papeles. Una clase absolutamente magistral de un Papa no tan enfermo.

La pregunta clave, a mi juicio, es pues la siguiente: ¿Se va el Papa, porque se da por vencido o porque cree que su misión ha terminado? ¿Se va el Papa porque no PUEDE limpiar del todo las alcantarillas de la pederastia y de las luchas de poder en su propia Curia o porque cree que la barca de Pedro está nuevamente serenada, tras echar por la borda el lastre de los abusos y poner freno al carrerismo en la Iglesia y a las luchas intestinas por el poder?
El tiempo, a corto plazo, lo dirá. Ahora se abre un período inédito en la historia de la Iglesia de sede vacante sin que el Papa haya muerto. Pero los engranajes curiales se ajustarán rápidamente a la nueva situación y la maquinaria vaticana, que TIENE horror al vacío de poder, se pondrá en marcha con rapidez, convocando el precónclave y el cónclave PARA elegir al sucesor de Benedicto XVI.
Lo que sí queda claro es, desde ya mismo, el testimonio de desapego, de humildad y de reconocimiento de sus límites que ofrece el Papa a la Iglesia y al mundo. No se aferra al cargo, decide dejar paso. Y marca un precedente para todos los eclesiásticos. Sobre todo para los que, llegados los 75 AÑOS, se resisten a presentar su renuncia o la aceptan a regañadientes. El Papa les marca el camino del "he venido a servir, no a ser servido" o del cargo eclesiástico entendido en clave no de poder sino de servicio. Siempre ad maiorem Dei gloriam.

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