Una imagen con historia

Del libro "50 años de la Coronación Canónica Virgen de la Caridad" de Funcave

En Illescas encontramos la antigua tradición que afirma que la imagen de Nuestra Señora de la Caridad obra de san Lucas, traída a la Península por san Pedro en uno de sus dos  viajes a Hispania. San Lucas,
atestiguado como médico en la Biblia se va a convertir en el pintor de la Virgen, dada la necesidad de la cristiandad de conservar la belleza del rostro de María para las generaciones posteriores. Sería san Lucas, por el largo tiempo que vivirá junto a María, que le permitió conocer de su boca los episodios de la infancia
de Cristo, el personaje más indicado para tales labores artísticas.

Idéntica tradición aparece recogida en torno al icono de Santa María de Aracoeli en Roma, a la
imagen de Santa María la Mayor de Roma, a la Virgen del Sagrario de Toledo, Virgen de Atocha en
Madrid, etc...

La talla más antigua conocida, conservada hoy en el interior de la actual imagen, es de origen medieval y
responde a la estética románica de Virgen negra o morena. Su estilo corresponde al románico.

La talla medieval de la Virgen con el niño que tuvo el santuario en origen fue reformada a comienzos del siglo XVI cuando procedente de Grecia y Egipto llegó a España la costumbre de vestir las imágenes. Los brazos
tuvieron que ser despegados del tronco y el respaldo del trono junto al que había sido tallada la imagen como trono de la sabiduría, eliminado. Al volumen de la cabeza y tronco se agregó una armadura en forma de cono truncado forrada de tela. El niño de mayor tamaño que el actual siguió situado en el centro del regazo de la Madre, pero como un volumen independiente, de tal forma que pudiera vestir sus propias vestiduras.

Hasta bien entrado el siglo XVIII la imagen debió seguir siendo la Virgen morena del románico. En 1766
hay documentada una intervención sobre la imagen que nadie especifica en qué consistió. Si sabemos que en 1807 se cita a un escultor, Pedro Hermoso, que se titula escultor de Cámara, quien junto a su discípulo Juan Tordesillas, va a intervenir en las caras de la Virgen y el niño. Es el principio de una historia de modificaciones, retoques y restauraciones que van a sucederse durante todo el siglo XIX. No sabemos si la actuación de 1807 fue del todo satisfactoria, puesto que de nuevo en 1827 recibe el mismo escultor Hermoso, el encargo de restaurar las imágenes ya intervenidas. Probablemente se trataría de repintar los rostros con el fin de aclarar el tono de la piel y acercarse a la estética más acorde con el gusto de la época. Alberto de Aguilar aporta un dato que ningún otro investigador ha podido documentar declarando que “Más modernamente, y ya casi en nuestros tiempos, su cara morena, cual la correspondía, fué sustituida por la blanca y sonrosada que hoy ostenta”.

Cuadros del s.XVII que muestran la imagen antigua
de la Virgen de la Caridad. A la izquierda, "Milagro
de Francisca de la Cruz", de Diego Rómulo; a la
derecha, detalle del "San Ildefonso" de El Greco
Francisco Romo declara que Aguilar en su obra manifiesta que la actual imagen es obra de Salvador Páramo, autor de la carroza de la Virgen, del siglo XIX. Insatisfechos con el modelo anterior, ya deteriorado y alejado de los cánones de belleza imperantes, se trataría de acercarse a la estética predominante de rasgos más suaves y perfilados con unos rostros más pequeños y redondeados y unas carnaciones blancas y sonrosadas. 

Hasta entonces, los mantos de la Virgen se acompañaban por una pieza anterior llamada saya o delantal,
sobre la que venía el peto o cuerpo al que se agregaban dos mangas para los brazos de la Virgen que sujetaba al niño en el centro también vestido. Ahora el niño mucho más pequeño en tamaño pasa a situarse en el lado izquierdo. Sus vestidos son reformados acortándose la tela. Las mangas de la Virgen serán prendas que nunca volverán a usarse.

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