Don Francisco, fiel testimonio de la amistad del Señor

Durante la última década, la constante atención filial, la caridad fraterna, el solícito esfuerzo y la fortaleza innovadora que don Francisco Sánchez-Brunete ha manifestado como responsable de la pastoral juvenil de la parroquia de Illescas han sido un fiel reflejo que nos ha permitido acercarnos a la bondad de nuestro Padre celestial. 

Con la paciencia que sólo puede alcanzar quien la pide de lo alto, don Francisco nos ha acompañado y guiado por el camino de la Fe, saliendo a nuestro encuentro cuando nos alejábamos como el buen pastor hace con las ovejas. Al igual que éste, don Francisco ha demostrado siempre conocer nuestros nombres y nuestras vidas, para ofrecernos sin descanso el consejo oportuno, la guía necesaria en nuestras cruces y alegrías. 

Fiel maestro de la doctrina cristiana, sus homilías y catequesis nos han mantenido en la Verdad que es Dios. Sin embargo, consciente de que el cristianismo no es mera teoría, siempre lo ha acompañado compartiendo con nosotros la vida. Siempre disponible, siempre amable, siempre con una sonrisa, ha encabezado cuantas iniciativas se han desarrollado para atraer a los jóvenes a Cristo y nos ha mostrado, viviéndola, la felicidad que se alcanza cuando se persigue la gran meta. 

En la Eucaristía o en la confesión, en el grupo de jóvenes o preparando catequesis, evangelizando por el pueblo, en la Adoración del Santísimo y en la oración, pero también en la simple convivencia diaria, en el compartir un tiempo, don Francisco nos ha hecho presente al Señor. Decía otro Francisco, el Papa, que al observar el cementerio de un convento dijo “Pero todos estos son santos, santos anónimos”. Seguramente (aunque sólo Dios lo sabe) nuestro don Francisco no sea canonizado nunca, pero cuantos le hemos tratado no podemos evitar la convicción de haber convivido con un santo. 

Seguidor del Señor desde pequeño, solicitó el ingreso en el Seminario Menor durante los tiempos de Don Marcelo, a quien hace poco se recordaba en un artículo compartido en este blog como “testigo, pastor y maestro”. Palabras que bien podrían predicarse de don Francisco, testigo de Cristo de quien dio constante y firme testimonio, no solo con palabras, sino con su vida toda. Pastor, como ya se ha dicho, que conocía y amaba a cada uno de nosotros, nos buscaba y nos guiaba según nuestros pasos. Maestro, no sólo por las lecciones de religión y latín que ha impartido en el Colegio Virgen de la Caridad, sino por mostrarnos como llevar a cabo constantemente la voluntad del Padre. Viendo en aquellos a los que se les ha confiado a otro Cristo, se ha convertido verdaderamente en otro Cristo, en luz que nos ilumina en nuestros momentos de duda, pecado o confusión, en sal que transforma el mundo en un lugar más fraterno. 

Con todo, la primera palabra que me viene a la mente al pensar en él es aquella con la que Jesús describió a sus apóstoles: amigo. Amigo que, en los momentos de Cruz y en los de Tabor, cuando hemos pecado y cuando hemos sido fieles, está siempre al lado, confortándonos y mostrándonos el Camino que nos lleva a la buena Vida, animándonos con la palabra precisa, sin fallar nunca, sin faltar jamás. Amigo de todos nosotros que con sus palabras de reconciliación ha permitido conservar la unidad del grupo de jóvenes, de la parroquia, de la Iglesia, evitando que Satanás sembrara semillas de división y enfrentamiento entre nosotros. Y así, la pastoral juvenil de nuestra parroquia, cuya semilla acababa de ser plantada modestamente por don Mariano cuando don Francisco llegó a Illescas, es hoy un árbol frondoso de múltiples y fructíferas ramas. 

Por todo ello, cuando en uno de sus últimos esfuerzos, la convivencia de Almuñecar de hace pocas semanas, nos comunicó que el arzobispo toledano se había fijado en él y había decidido promoverlo a superiores responsabilidades como párroco de Escalonilla, junto a la inevitable tristeza de la despedida y el agradecimiento a Dios por haber querido que don Francisco se cruce en nuestro camino, no pudimos evitar la satisfacción del justo reconocimiento a quien humildemente ha servido al Señor y a sus hermanos, nosotros y ahora con su obediencia a la legítima autoridad de la Iglesia en la difícil decisión de su traslado nos da una última lección.

Mientras hoy celebra su última misa en nuestro pueblo, desde este blog no podemos sino dar las gracias a Don Francisco por su abnegada dedicación y pedir al Señor que en su nueva misión pastoral conserve todos los dones y virtudes que ha demostrado en esta, para el bien de nuestros hermanos de Escalonilla, así como que los nuevos sacerdotes que nuestro arzobispo don Braulio ha envíado a Illescas, Miguel Ángel Catalán y Pedro Díaz- Maroto, muestren la misma entrega y servicio que ha caracterizado a don Francisco. 

Comentarios

Entradas populares