¿Listo para generar un cambio?

Por Micah Bales. Traducido de "The lamb´s war"

Puedo recordar el momento en el que recibí la llamada de Dios para dedicar mi vida al ministerio. Estaba asistiendo a un Encuentro Mundial de Jóvenes en Inglaterra y tuve un encuentro con el poder vivo de Dios que cambió mi vida. Desde ese momento, no hubo un punto de retorno. El Espíritu había realizado una llamada a mi vida. Tenía un destino que cumplir, incluso aunque apenas tuviese idea de lo que eso significaba.

Pocos días después de lo que en muchos sentidos fue mi nacimiento espiritual, pensaba que estaba listo para embarcarme en un gran ministerio alrededor del mundo. Sentía el poder de Dios en mí, y estaba listo para compartir mi experiencia hasta los confines del mundo. Estaba tan emocionado, y tan empachado de mí mismo.

Las cosas no fueron, sin embargo, como me había imaginado. En vez de enviarme allende los mares como un misionero, Dios me hizo esperar seis largos meses antes de darme alguna instrucción clara. Y cuando la claridad por fin vino, era para que asistiese al seminario en Indiana, no precisamente el emocionante ministerio que estaba esperando realizar en Europa o América Latina. En los años que siguieron a mi experiencia, Dios me alejó de mis grandiosas ideas sobre lo que podría ser mi ministerio. En cambio, me invitó a profundizar en el humilde servicio a la gente real.

Recordando mi historia, puedo ver que he ido siguiendo los pasos que J. Robert Clinton describe en su libro, La forja de un líder. Clinton dice que en las primeras fases de su ministerio, el principal objetivo de Dios es desarrollar al nuevo ministro, más que provocar un impacto dramático en aquellos a los que sirve. Aunque habitualmente esté centrado en atender a las necesidades de los demás, probablemente el mayor beneficiario de su trabajo sea el propio ministro.

Mientras el nuevo ministro desempeña las tareas a las que es llamado por Dios, será fortalecido en sus dones espirituales y llamado a ejercerlos fielmente. El resultado de estos esfuerzos podrá tener un efecto positivo en los demás, pero el cambio más poderoso ocurrirá en la vida de la persona que está aprendiendo a ser fiel a la dirección de Dios.

No es mi papel decir donde estoy en mi desarrollo como ministro. Mis esfuerzos por permanecer fiel probablemente todavía tengan una amplia relación con mis propias necesidades de aprendizaje y crecimiento. Sin embargo, espero que si continuó buscando el objetivo al que Dios me llama, daré cada vez más fruto provocando un impacto positivo a mi alrededor. En vez de estar tan empachado de mí mismo y lo que yo pueda conseguir, espero que mi atención se dirija cada vez más hacia lo que Dios puede hacer en las vidas de aquellos a los que busco servir. Mientras trabajo para dar energía y preparar a los ministros que van surgiendo, rezo para que el Espíritu me conceda un ministerio que verdaderamente bendiga a los demás, les construya y les haga crecer en Cristo.




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