No se turbe vuestro corazón

No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí Juan 14:1

Permito que mi corazón se turbe a menudo. Me veo atrapado entre desacuerdos con mis amigos, preocupaciones sobre el trabajo e inquietantes noticias en el mundo. Todo tipo de situaciones en mi vida me colocan en modo de control de daños. Me agito, me quejo y, sobre todo, busco el modo de fijar los problemas, largos y pequeños, que aparecen en mi horizonte. Construyo muros para mantener fuera a aquellos que podrían herirme, incluso aunque esos muros también mantengan fuera a mis amigos y a aquellos que amo. Con demasiada frecuencia, sacrifico la alegría profunda por la comodidad y la verdadera libertad por la seguridad.

Sé, sin embargo, que la vida puede ser más que esto. Cuando abro mi corazón a Jesús, un camino se abre ante mí. Es una vida de esperanza y paz incondicionada. Es la elección de vivir en el poder y en el amor de Dios, confiando en los demás y en mí mismo, no porque las personas merezcamos la confianza, sino porque Dios la merece.

A pesar de todas las razones para estancarse, para defenderme a mí mismo frente a la mala comprensión, hay una invitación más profunda esperándome, cuando esté preparado para abrazarla. Puedo elegir ver las maneras en las que Dios trabaja en cada uno de nosotros, a pesar de nuestra intransigencia y nuestro egoísmo, nuestra ignorancia y nuestros miedos. Puedo abrazar la esperanza viva de que Cristo está trabajando en medio de las más terribles situaciones y de que el amor encontrará un camino, incluso allí donde está presente el odio.

Esto no significa que todo vaya a ir bien. Nosotros tomamos nuestras propias decisiones, y a menudo son dolorosas. Pero, al aprender a confiar en Jesús y en el Espíritu Santo que llena el mundo con su presencia, puedo comenzar a dejar irse a la necesidad de protegerme de las infinitas vías en las que todo podría torcerse. Caminando con Él, me muestra el camino de la vida que está enraizado en el amor, la confianza y la compasión por los demás.

Así que, cuando leo la última historia triste en el periódico, o experimento una difícil interacción con los demás, mi corazón no tiene que turbarse. Creyendo en Dios, también puedo creer en vosotros, amigos míos. Puedo descansar en el conocimiento de que el poder del Señor está presente sobre todos, a través de todos y en todos. En especial, en la Iglesia que le hace presente. Puedo reposar en el hecho de que el Señor va delante de mí en cada batalla y no tengo que dirigir ninguna lucha, sólo tengo que amar, escuchar y estar listo para dar un asentimiento de fe al camino que Cristo lidera.

Este es el amor que vence al miedo, y el amor que da la vida por sus amigos. Este es el recto conocimiento del bien y del mal, la elección de permitir a Dios permanecer en el control de resultados. Cuando dejo a Dios ser Dios, soy, por fin, libre para ser plenamente humano.

Tomado de http://www.lambswar.com/do-not-let-your-hearts-be-troubled/, con adaptaciones

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