HEMOS VISTO Y CREÍDO. CONVIVENCIA DE NAVIDAD

HEMOS VISTO Y CREÍDO.



El 26 de diciembre 50 jóvenes de la parroquia de Illescas comenzábamos nuestra tradicional convivencia de Navidad. El misterio que hemos contemplado ha sido el de la Madre que presenta a su Hijo desde la advocacion del Rocío.


¡Cuántas gracias hemos recibido! ¡Cuánto amor el de una Madre hacia su Hijo! ¡Cuanta entrega del Hijo hacia cada uno de nosotros!

Seguíamos la estrella el jueves por la mañana: contentos, animosos pero con expectación. Sabíamos que el Señor sorprende, pero no lográbamos vislumbrar hasta qué punto vuelve otra vez a seducirnos.

Llegamos por la tarde al Rocio e impacientes nos acercábamos a saludar a nuestra Madre y celebrar allí el misterio del Amor: la Eucaristía. Nuestro sacerdote d. Francisco nos introdujo en los temas que cada día íbamos a considerar: la Vida en Cristo. La Bienaventuranza, libertad, actos Morales, conciencia han sido nuestro itinerario. Nuestro decidir no es algo ajeno a la vida cristiana sino una necesidad: ¿qué puedo hacer ante tanto Amor recibido? Cada día estos temas los daba uno de nosotros, los jóvenes.





No nos hemos acercado solos a Belén, sino con jóvenes que vivimos una misma realidad y que las inquietudes y obstáculos q se ponen en el camino son parecidos. Por eso hemos tenido momentos intensos de convivencia. Perder nosotros para que gane el otro. Estas oportunidades se nos han brindado desde compartir habitación hasta servir a mesa.

En Belén hemos ofrecido nuestros bienes. Cuanta maravilla existe. Cuanto grande y bueno puede hacer el hombre con Dios. Eso lo hemos visto en la visita cultural de Sevilla y la visita al cortijo Hato Blanco, al cual estamos muy agradecido por su disponibilidad y recibimiento. 







Al adorar a Jesús, el Hijo de Dios, en manos de la madre, un gran silencio nos ha invadido en los momentos de oración y de peregrinación. Porque Jesús aquieta nuestro corazón, nos hace decirle: no yo, sino tú en mí. No yo, sino Tú. Haz Tú. Así lo hemos palpado en el testimonio de las madres agustinas de Sevilla.  





Dios es grande y nos lo hace sentir por personas concretas. Muchas gracias a la hermandad de la Virgen del Rocio de Toledo por estar en su casa. A la familia Campos por habernos acogido y con todas las personas que hemos estado.




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