Solo Jesús
El papa Francisco nos está llamando a una «nueva etapa evangelizadora
marcada por la alegría de Jesús». ¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede
estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue realmente la
intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea
evangelizadora?
El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es la fuente, el
inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. No
harán nada en nombre propio. Son «enviados» de Jesús. No se predicarán a
sí mismos: solo anunciarán Su Evangelio. No tendrán otros intereses:
solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.
La única manera de impulsar una «nueva etapa evangelizadora marcada
por la alegría de Jesús» es purificar e intensificar esta vinculación
con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos
evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto
más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin Él haremos todo menos
introducir su Espíritu en el mundo.
Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus
fuerzas. Les da Su «poder», que no es un poder para controlar, gobernar o
dominar a los demás, sino Su fuerza para «expulsar espíritus inmundos»,
liberando a las personas de lo que las esclaviza, oprime y deshumaniza.
Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han
visto gobernando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas,
aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos,
contagiando confianza en Dios. «Curar» y «liberar» son tareas
prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente
diferente a nuestra evangelización.
Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo
llevarán bastón, sandalias y una túnica. No necesitan de más para ser
testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras;
siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la
fuerza del Evangelio.
Sin recuperar este estilo evangélico no hay «nueva etapa
evangelizadora». Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y
estrategias, sino desprendernos de costumbres, estructuras y
servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo
esencial del Evangelio con verdad y sencillez.
En la Iglesia hemos perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús.
Su caminar es lento y pesado. No sabemos acompañar a la humanidad. No
tenemos agilidad para pasar de una cultura ya pasada a la cultura
actual. Nos agarramos al poder que hemos tenido. Nos enredamos en
intereses que no coinciden con el reino de Dios. Necesitamos conversión.
Por José Antonio Pagola. Publicado en Fe Adulta
... en la oraciön a Dios , en Cristo y en humildad estÄ toda respuesta.
ResponderEliminar