Parábolas para una crisis (II)
Mateo resume la crisis que atravesó su comunidad a finales del siglo I
en cinco preguntas a las que responde con siete parábolas. El domingo
pasado vimos la primera, ¿por qué no aceptan todos el mensaje de Jesús?,
a la que respondía la parábola del sembrador. En este domingo se
plantean otras
dos preguntas, a las que se responde en tres parábolas.
La primera de ellas (el trigo y la cizaña) debió considerarla Mateo
difícil de entender, y por eso ofrece su explicación. Sin embargo, no lo
hace de inmediato. Cuenta tres parábolas seguidas y más tarde, cuando
los discípulos llegan a la casa, interrogan a Jesús y éste aclara su
sentido. En cambio, las parábolas tercera (grano de mostaza) y cuarta
(levadura) carecen de explicación en el evangelio.
¿Qué actitud adoptar con quienes no viven el mensaje?
La parábola puede leerse desde diversas perspectivas, según pensemos
que la finca es el pueblo de Israel, la comunidad cristiana, o el mundo
entero. Ya que esta parábola sólo la cuenta Mateo, vamos a verla
primero desde el punto de vista de su comunidad, seriamente enfrentada
con los judíos.
1ª hipótesis: La finca es el pueblo de Israel
En ella, el Señor ha plantado buena semilla (los cristianos). Pero el
enemigo ha plantado también cizaña (los fariseos y demás enemigos de la
comunidad). La tentación de cualquiera de los dos grupos es decidir por
su cuenta y riesgo quién es trigo y quién cizaña. Pablo, por ejemplo,
antes de convertirse, pidió permiso a las autoridades de Jerusalén para
perseguir a los cristianos. Pero también la comunidad cristiana puede
correr el riesgo de intentar acabar con los que no forman parte de ella o
no los tratan como consideran justo. Así ocurrió cuando una aldea de
Samaria no acogió a Jesús y los discípulos: Juan y Santiago le
propusieron hacer bajar un rayo del cielo que acabase con todos (Lc
9,51-56). Con esta parábola, Mateo hace una exhortación a la calma, a
dejar a Dios la decisión en el momento final.
2ª hipótesis: La finca es la comunidad cristiana
La parábola también podría entenderse dentro de la comunidad
cristiana (sola ésta sería la finca), donde hay gente que responde al
evangelio (trigo) y gente que no parece vivir de acuerdo con él
(cizaña). El mensaje es el mismo en este caso. Aunque las cosas parezcan
claras, es fácil que al arrancar la cizaña se lleven por delante el
trigo. Porque cualquiera de nosotros, por muy preparado que se considere
teológica y moralmente, puede equivocarse. No son raros los casos de
personas condenadas por la Iglesia que terminaron no sólo rehabilitadas
sino también canonizadas.
3ª hipótesis: la finca es el mundo
Finalmente, la parábola se puede interpretar en un contexto más
general, donde la finca es el mundo, la buena semilla los ciudadanos
del Reino y la cizaña los secuaces del Malo. En esta línea se orienta la
explicación de los versículos 36-43.
En cualquiera de estas tres hipótesis (todas válidas), Jesús advierte
contra el peligro de que paguen justos por pecadores. Es preferible
tener paciencia y dejar la justicia a Dios, el único que puede emitir un
veredicto exacto, sin temor a equivocarse.
La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, se mueve en
esta línea de bondad y tolerancia, poniéndonos a Dios como modelo. Un
Dios al que el poder impulsa, no a castigar sino a perdonar, que
gobierna con moderación e indulgencia, y que siempre da un voto de
confianza al pecador, esperando que se convierta.
¿Tiene algún futuro esto tan pequeño?
La comunidad de Mateo es pequeña. Las otras comunidades también. Han
pasado ya cincuenta años de la muerte de Jesús, y aunque el cristianismo
se va extendiendo por el Imperio Romano, representan una minoría. ¿Qué
futuro tiene este grupo tan pequeño? ¿Qué futuro tiene la iglesia
actual, que carece del influjo y el poder que tenía hace unos años?
Mateo responde con dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la
levadura. Ambos coinciden en ser algo pequeño, pero más importante de lo
que puede parecer a primera vista.
El grano de mostaza
Esta parábola sólo se comprende a fondo cuando se conoce una parábola
del profeta Ezequiel que
utiliza Jesús como modelo. A comienzos del
siglo VI a.C., cuando el pueblo de Israel se encontraba deportado en
Babilonia, para expresar que su suerte cambiaría y sería espléndida,
Ezequiel cuenta lo siguiente:
Cogeré una guía del cogollo del cedro alto y encumbrado;del vástago cimero arrancaré un esquejey lo plantaré en un monte elevado y señero,lo plantaré en el monte encumbrado de Israel.Echará ramas, se pondrá frondosoy llegará a ser un cedro magnífico;anidarán en él todos los pájaros,a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves. (Ez 17,22-23).
Jesús acepta la imagen del árbol y la idea de que sirve para acoger a
todas las aves del cielo. Pero introduce un cambio radical: no elige
como modelo el cedro alto y encumbrado, sino el modesto arbusto de
mostaza, que, cuando crece, «sale por encima de las hortalizas». Es un
ataque lleno de humor e ironía al triunfalismo. Lo importante no es que
el árbol sea grandioso, sino que pueda cumplir su función de acoger a
los pájaros. Para la comunidad de Mateo era una excelente lección, y
también debe serlo para nuestras tentaciones de triunfalismo eclesial.
La levadura
Algo parecido ocurre con la parábola de la levadura. Se usa en poca
cantidad, pero cumple su función, hace que fermente la masa. La
tentación de la comunidad cristiana es querer ocupar mucho espacio, ser
masa, llamar la atención por su volumen, por el número de miembros.
Jesús dice que lo importante es la función de fermentar la masa.
Resumiendo lo leído hasta ahora, Mateo ofrece una explicación de la
realidad (sembrador) y una llamada a la serenidad (trigo y cizaña) y a
confiar en algo que tiene unos comienzos tan modestos (mostaza y
levadura). El próximo domingo, otras tres parábolas completarán esta
enseñanza.
Por José Luis Sicré. Publicado en Fe Adulta
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