Alguien te ama
Es profundamente humana la necesidad de ser querido. Todos, de un modo u otro, necesitamos saber que nuestra vida le importa a alguien, que tenemos un lugar en otros corazones, en otras historias, en otras vidas. Mucho de eso lo encontramos en relaciones significativas: nuestras familias, algunos amigos, gente que, en su paso por nuestra historia, nos muestra acogida, aceptación o afecto. Y, sin
embargo, también es muy humana la experiencia de la fugacidad de ese afecto, la sensación de que se puede perder, la consciencia de que no podemos exigirlo, retenerlo o garantizarlo. Hay un punto de precariedad, de inseguridad y de temor en tantas vidas, que hace que, en lo más íntimo, muchas personas sientan que el amor es inseguro, efímero, voluble. Más aún, muchas personas se sienten indignas de ser amadas. Pensemos, por ejemplo, en algunas redes sociales. La búsqueda de aplauso, la exhibición compulsiva de perfecciones irreales, el deseo de gustar ya sea por la vía de la belleza, del humor, o de lo exótico, ¿no enmascaran demasiadas veces el miedo a no estar a la altura? Pensemos también en la asimetría de tantas relaciones. Cuando uno pone más, y recibe menos de lo que cree necesitar, sintiendo al fin el vacío de los amores no correspondidos.
Si algo nos dice el Adviento es que el Dios de las promesas nos ha hablado de amor. Y Sus promesas no son brindis al sol, palabras vacías o mensajes efímeros. Su promesa es cierta, y lo es para siempre. Si Dios decide hacerse uno de los nuestros es por puro amor. A Su creación, de la que somos parte. A cada uno con sus peculiaridades. A ti, en concreto. Tal vez haya momentos en que sientas la soledad, la incapacidad, la inseguridad o el desafecto. Pero, no lo dudes, hay quien te ama desde el principio, y estará a tu lado para siempre…
Por José María Rodríguez Olaizola, SJ. Publicado en Pastoral SJ



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