La fe une más que divide
¡Paz, Shalom, Salam, Beybitshilik!
Envío un cordial saludo a todos los participantes en el 8.º Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales, convocado en Astaná bajo el lema “Diálogo entre Religiones: Sinergia para el Futuro”. En particular, agradezco profundamente a Su Excelencia el Sr. Kassym-Jomart Tokayev, Presidente de la República de Kazajistán. Se han reunido desde todos los rincones del mundo para renovar amistades y forjar otras nuevas, unidos en nuestro deseo común de sanar nuestro mundo fracturado y herido. Este tema es especialmente oportuno, ya que subraya el papel vital del diálogo interreligioso en una época marcada por conflictos violentos.
En esencia, “sinergia” significa trabajar juntos, tanto entre nosotros como con la Divinidad. Todo impulso religioso auténtico fomenta el diálogo y la cooperación, basados en nuestra conciencia innata de la interdependencia que une a las personas y a las naciones. Desde esta perspectiva, trabajar juntos en armonía no es una mera elección pragmática, sino un reflejo del orden más profundo de la realidad. Se alinea con la esencia misma de nuestra existencia compartida como miembros de la única familia humana. En lo más profundo de nuestra conciencia, esta conciencia da lugar a un profundo sentido de solidaridad: la convicción de que somos responsables los unos de los otros. La solidaridad, pues, es sinergia en acción: la expresión viva de amar al prójimo como a nosotros mismos a escala global.
Esta colaboración no es un llamado a eliminar las diferencias, sino una invitación a abrazar la diversidad como fuente de enriquecimiento mutuo. La Iglesia católica, por su parte, reconoce y valora todo lo que es «verdadero y santo» en otras religiones. De hecho, busca fomentar una sinergia auténtica al traer los dones distintivos de cada tradición a la mesa del encuentro, donde cada fe aporta su sabiduría y compasión únicas al servicio del bien común.
En este esfuerzo, la "sinergia para el futuro" no es un eslogan abstracto, sino una realidad viva que ya ha dado frutos. La histórica reunión de líderes religiosos para orar en Asís en 1986, convocada por el Papa Juan Pablo II, demostró que no puede haber paz entre las naciones sin paz entre las religiones. Más recientemente, el Documento sobre la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado en Abu Dabi en 2019 por mi venerable predecesor, el Papa Francisco, y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, ofreció un claro modelo de cómo la sinergia religiosa puede impulsar la paz y la coexistencia globales. Fuimos testigos de este mismo espíritu en la última reunión de este Congreso en 2022, donde líderes de diversas confesiones, incluido el Papa Francisco, se unieron para condenar la violencia y el extremismo, abogar por la atención a los refugiados e instar a todos los líderes a trabajar juntos por la paz. Estos compromisos de alto nivel se reflejan en acciones concretas: cuando ocurren desastres naturales, cuando los refugiados se ven obligados a huir o cuando las familias sufren pobreza extrema y hambre, las comunidades religiosas suelen unirse, trabajando codo con codo para brindar alivio y esperanza a los más necesitados.
El futuro que imaginamos —un futuro de paz, fraternidad y solidaridad— exige el compromiso de todos. Cuando los líderes religiosos se unen en defensa de los más vulnerables de la sociedad, se unen para plantar árboles para cuidar nuestro hogar común o alzan una voz unida en apoyo de la dignidad humana, dan testimonio de que la fe une más que divide. De esta manera, la sinergia se convierte en un poderoso signo de esperanza para toda la humanidad, revelando que la religión, en su esencia, no es una fuente de conflicto, sino una fuente de sanación y reconciliación.
Con estos sentimientos, confío en que la labor de este Congreso nos inspire a trabajar incansablemente por la armonía, creando una sinergia para la paz, una que, como he dicho antes, «sea desarmada y desarmante, humilde y perseverante», buscando siempre la caridad y acercándonos a quienes sufren. Oremos juntos, sirvamos hombro con hombro y hablemos con una sola voz allí donde la dignidad humana esté en peligro. Que el Todopoderoso bendiga nuestros esfuerzos y produzca frutos abundantes para el bien de todos.
Mensaje del papa León XIV al Congreso de Líderes Religiosos Mundiales y Tradicionales de Kazajistán



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